viernes, 28 de octubre de 2016

6 meses en Reino Unido: Mi experiencia.

Como comenté por twitter, tenía en mente una entrada un tanto distinta en el blog, quería hacer un breve resumen de estos 6 meses de estancia en el Reino Unido. No tenía muy claro qué hacer: surbirla, no subirla… puede que a la gente no le interese absolutamente nada, puede que otros se sientan identificados, puede que acabes de llegar y veas que no estás loca con lo que te pasa o puede que no os pase nada de esto. También puede que os sirva de ayuda, al fin y al cabo os voy a explicar mi experiencia aquí. Pero sobre todo me sirve de autoayuda. Así que, con vuestro permiso, comencemos… que con la tontería ha quedado la entrada larguita (avisados estáis).


La semana pasada, el 22 de octubre, hizo 6 meses que llegué a este país. 6 meses de cambios. 6 meses de echar de menos. 6 meses de aprender. 6 meses de muchas cosas, en general.
He de reconocer que, si me paro a pensarlo, hace un año no me imaginaba aquí. Y si os soy sincero, todavía no acabo de hacerme a la idea de ello. Es raro. Es como que medio David esta en Madrid y el otro medio en Londres. Como un viaje no superado todavía.
Recuerdo cuando llegué aquí, un 22 de abril (el cumpleaños de mi madre… soy el peor hijo del mundo, lo sé), al aeropuerto de Stansted. Un amigo, y mi actual compañero de piso, me estaba esperando con el coche, él llevaba aquí 6-8 meses ya. No tenía muy claro qué hacía aquí (yo, digo), era como si me hubiese venido de vacaciones a Londres, como si esto no fuese conmigo. El 27 de abril comenzaba en el hopital y quería asentarme unos días antes que la locura empezase y practicar para la primera entrevista que haría en este país (sí, me vine con trabajo pero pendiente de una entrevista). Ains, asentarme… ingenuo… No tengo el mejor nivel de inglés del universo, tampoco el peor, algo en torno al B2 (nunca lo he intentado acreditar, así que no sé), me había pasado el último año viendo películas, series, leyendo... todo en inglés (con subtítulos, claro) para mejorar sobre todo el oído y el vocabulario. Pero claro, te plantas aquí y piensas: ¿será suficiente?. Antes de empezar en el hospital y hacer la entrevista hice la prueba de fuego, quedé con dos amigas británicas de mi compi de piso para ver cómo se daba la cosa. Bueno, no fue tan mal como esperaba.


El primer día de hospital recuerdo llegar perdidísimo, obviamente, entrar en un edificio que encontré a duras penas y juntarme con otras 15 personas, aproximadamente. Aquello parecía la ONU: españoles (la mayoría), italianos, griegas, portuguesas, rumanas… lo que se lleva en el NHS, la diversidad, y una de las cosas que más me gusta de este país. Nos esperaban 2 semanas de induction, de formación acerca del funcionamiento del hospital. Un auténtico coñazo. 2 semanas de pasarme 12 horas al día escuchando en inglés temas entretenidísimos (nótese la ironía). Ahora me da lo mismo, acabo de darme cuenta conforme escribo esto, pero antes suponía un mundo, no dejabas a tu cerebro ni descansar un segundo.
Son semanas de conocer gente, estrechar lazos, darte cuenta que cuando estás lejos de casa es muy sencillo hacer amistades y se le dan un valor distinto.

Tras estas dos semanas llegó el primer día de “trabajo”. Como ya os comenté, aquí está el periodo de supernumerary, un tiempo en el que estás como de prácticas, aunque no todos vivimos la misma experiencia, y acostumbrándote a lo que será tu trabajo. Primer momento de susto… ¿qué hago aquí? No me entero cuando me hablan, me cuesta comunicarme, todo es distinto, me siento completamente inútil en un trabajo que he hecho durante años, ¿qué está fallando? Que sepáis que es normal sentirse así, con el tiempo fui comprobando que no era el único que pensaba todo eso.
Con todo este manojo de nervios y nuevas experiencias (bueno, y que no existan las persianas también ayudó) llegó el insomnio. Dormir durante semanas 4 horas, lo que podía, y tener que estar fuera de casa 12 horas de hospital más 2 horas y media de transporte, entre ida y vuelta, hacía que no pudiese con mi cuerpo, añadiendo al asunto fuertes dolores de cabeza, resfriados varios y sarpullidos. Una fiesta, vaya.
Pasaron las semanas, me empezaba a sentir cómodo a ratos, iba cogiendo la rutina, me enteraba lo que pasaba a mi alrededor, hablé con mi supervisora y le dije: creo que es el momento de dejar de ser supernumerary. Necesitaba al menos sentir que estaba bajo control de la situación. Y bueno, así pasaron 4 meses más, días mejores, días peores y días horrorosos. El trabajo no me llenaba nada y eso se notaba, así que me puse a buscar otras cosas porque no aguantaba más.

Hace 2 meses y poco hice mi segunda entrevista en UK (por cierto, la primera la pasé pero no cogí el trabajo porque no me convencía). Todo perfecto, hospital al lado de casa, trabajar en UCI (era lo que veía buscando) y, para colmo, cobro un poco más. Hecho un manojo de nervios llegó la primer sorpresa: me ha salido bien la entrevista y me sentía cómodo haciéndola. Al final va a resultar que algo está mejorando el inglés… Y aquí estoy, recién aterrizado, todavía en mi periodo de supernumerary y escribiendo esto recién llegado del hospital tras un día muy largo.


Pero he de reconocer que tras estos 6 meses, sigue habiendo días que me pregunto qué hago aquí, si todo esto llevará a algún sitio o me habré equivocado estrepitosamente. Me queda el consuelo de pensar que por mucho que me haya equivocado, por lo menos me llevaré de aquí la experiencia, tanto personal como laboral, la mejora de un idioma y algún que otro amigo. El tiempo me dará la razón… o no.

En estos 6 meses he pasado por varias fases:
1) Pues no se me daba tan mal el inglés
2) ¡Qué bien, estoy mejorando el inglés!
3) ¿Qué hago aquí? Con lo bien que estaba en España…
4) No solo no estoy mejorando el inglés, sino que cada vez se me da peor.
5) Me quiero volver a España ya mismo. Sin pensarlo.

No sé si todos habéis pasado o pasaréis por estas fases. Yo he pasado por todas. Ahora hay días que estoy en un punto intermedio entre la 4 y la 5 y días que estoy muy bien, ¡no todo es malo!. No os lo voy a negar, si pudiese me volvía ahora mismo a España. Bueno, en realidad puedo, nada me ata a este país. Pero por mis santos cojones, perdón por la expresión, que voy a poder con esto y un poco más y, además, me apetece seguir aprendiendo y avanzando en mi trabajo, así como aprovechar esta experiencia por un tiempo.

Veréis que hay días que el inglés va mejor, otros peor… depende de lo cansado y lo concentrado que estés. En España solo tenía que preocuparme por trabajar, aquí me tengo que preocupar por trabajar y mantener mi cerebro activo en el tema lingüístico. Es algo de lo que no eres consciente hasta que te encuentras en esa situación. 
Todo esto me refiero a gente que vaya con un nivel como el mío, claro. Yo todavía tengo que pedir que me repitan las cosas a veces, pero bueno, no le dan importancia. Eso sí, mi punto débil es el teléfono. He de reconocer que le he cogido un poco de miedo porque depende con quien hables hay veces que no te enteras de nada. Pero intento mejorarlo cada día cogiendo el teléfono aunque no me guste nada.


Vais a echar de menos a vuestra gente. Yo al menos lo hago, y mucho. Vuestra pareja, vuestros amigos, vuestra familia… todo se ha convertido en un ver pasar mi vida a base de whatsapp y conversaciones por skype. Cada vez que puedo me escapo a España, cada dos meses como mucho, y alivia mucho la situación. ¿Lo peor? La vuelta a UK. Los primeros días te sientes raro, como que te falta algo. Al final acabas llevándolo lo mejor que puedes y ya está. Te centras en tus amigos aquí, haces deporte o sales a pasear, lo que sirva para distraer la mente hasta que vuelve a asentarse en esta realidad. También es verdad que cuando se acerca el día de volver a España te hace toda la ilusión del mundo.

No todo es malo, obviamente. Hay días que estoy eufórico y salgo a comerme el mundo. Y de repente hoy me entero de mucho más en el hospital, y he conseguido hablar por teléfono sin mayor problema, y he conseguido llevar a mi primer paciente intubado con mínima ayuda, y te felicitan por el trabajo hecho… ya sabéis, pequeñas cosas que se acaban haciendo grandes. Vives en el extranjero, conoces otras culturas, haces turismo, te conoces a ti mismo…
Sin lugar a dudas es una experiencia y siempre acaban dejando cosas buenas.


Mi consejo: si os apetece, no lo penséis, hacedlo. Os atáis la manta a la cabeza y os lanzáis a la aventura. Tendréis días malos, sí (o no). Tendréis a vuestra gente lejos, sí (o no). Pero no cerréis las puertas por miedo. Miedo sentimos todos y es bueno, solo hay que saber dosificarlo.
Y si volvéis a España, no os sintáis fracasados porque no es un fracaso. Os atrevisteis a lanzaros a la piscina, eso es un logro. Que nunca os quede la sensación de “y si…”
Nadie dijo que fuera fácil y hay que intentarlo y conocer nuestros límites.
Y, sobre todo, apoyaos en la gente que os quiere. Hará todo más llevadero.


Aquí finalizo por hoy. Espero no haberme enrrollado mucho. Perdón por el cambio de tercio de esta entrada. Prometo que las siguientes será útiles.


¡Nos vemos el viernes que viene! :)

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